Se acerca la conmemoración del acontecimiento más importante de la historia. No de la historia humana sino de toda la historia. No de la historia de la tierra sino de todo el universo conocido y por conocer. No de este tiempo sino de todos los tiempos, del tiempo anterior al tiempo y de todo el tiempo futuro.
Eso es Navidad. Es cierto como dice San Pablo que si Cristo no hubiera resucitado vana sería nuestra Fe. Esta afirmación muchas veces se ha usado para anteponer la resurrección y la Pascua como el evento central, pero no debemos olvidar que la Resurrección es signo de que Cristo es el Mesías que se encarnó y nació en Belén.
Por tanto, ambos acontecimientos están íntimamente relacionados y son signos del amor de Dios a los hombres.
Amor que afilia la criatura,
olvida la falta,
revela su intimidad,
renueva con su gracia
y vence a la muerte,
dando en heredad la vida eterna.
Esto es lo que escandaliza a nuestros hermanos judíos, que no reconocen en Cristo al Mesías y es locura para nuestros hermanos escépticos, que no pueden creer:
que todo un Dios se haga hombre;
inicie su vida terrena en un lugar concreto, en un humilde pesebre en Belén;
que la eternidad se haga tiempo en un instante de historia de la humanidad;
viva y crezca humildemente durante treinta años;
predique públicamente tres años y viva haciendo el bien;
sea contado entre los malhechores;
se anonade hasta la muerte de cruz en la periferia del imperio romano;
resucite al tercer día, nos explique las escrituras y comparta el pan.
Y por eso cambie la historia de todo el universo,
cambie la historia de la humanidad
y cambie la historia de cada hombre.
Eso es Navidad.
Por eso cuando en estos días mires el pesebre meditá sobre estas realidades, y para ayudarte, te invito cordialmente, es decir de todo corazón, a que leas la carta que ha escrito nuestro Pastor sobre el pesebre (Admirabile signum) es una belleza por su claridad y profundidad.
Sólo para que veas lo hermosa que es, voy a extraer de su texto seis ideas para meditar en esta navidad (son sólo pinceladas expresionistas de una oveja, te recomiendo que la leas completa):
Dice nuestro Pastor:
A) “¿Por qué́ el belén suscita tanto asombro y nos conmueve? En primer lugar, porque manifiesta la ternura de Dios. Él, el Creador del universo, se abaja a nuestra pequeñez. El don de la vida, siempre misterioso para nosotros, nos cautiva aún más viendo que Aquel que nació de María es la fuente y protección de cada vida. En Jesús, el Padre nos ha dado un hermano que viene a buscarnos cuando estamos desorientados y perdemos el rumbo; un amigo fiel que siempre está cerca de nosotros; nos ha dado a su Hijo que nos perdona y nos levanta del pecado”.
B) “Me gustaría ahora repasar los diversos signos del belén para comprender el significado que llevan consigo. En primer lugar, representamos el contexto del cielo estrellado en la oscuridad y el silencio de la noche. Lo hacemos así, no sólo por fidelidad a los relatos evangélicos, sino también por el significado que tiene. Pensemos en cuántas veces la noche envuelve nuestras vidas. Pues bien, incluso en esos instantes, Dios no nos deja solos, sino que se hace presente para responder a las preguntas decisivas sobre el sentido de nuestra existencia: ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Por qué nací en este momento? ¿Por qué amo? ¿Por qué sufro? ¿Por qué moriré? Para responder a estas preguntas, Dios se hizo hombre. Su cercanía trae luz donde hay oscuridad e ilumina a cuantos atraviesan las tinieblas del sufrimiento (cf. Lc 1,79).
C) “Los pobres y los sencillos en el Nacimiento recuerdan que Dios se hace hombre para aquellos que más sienten la necesidad de su amor y piden su cercanía. Jesús, «manso y humilde de corazón» (Mt 11,29), nació pobre, llevó una vida sencilla para enseñarnos a comprender lo esencial y a vivir de ello. Desde el belén emerge claramente el mensaje de que no podemos dejarnos engañar por la riqueza y por tantas propuestas efímeras de felicidad. El palacio de Herodes está al fondo, cerrado, sordo al anuncio de alegría. Al nacer en el pesebre, Dios mismo inicia la única revolución verdadera que da esperanza y dignidad a los desheredados, a los marginados: la revolución del amor, la revolución de la ternura. Desde el belén, Jesús proclama, con manso poder, la llamada a compartir con los últimos el camino hacia un mundo más humano y fraterno, donde nadie sea excluido ni marginado.”
D) “Poco a poco, el belén nos lleva a la gruta, donde encontramos las figuras de María y de José. María es una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen a visitarlo. Su imagen hace pensar en el gran misterio que ha envuelto a esta joven cuando Dios ha llamado a la puerta de su corazón inmaculado”.
E) “Junto a María, en una actitud de protección del Niño y de su madre, está San José. Por lo general, se representa con el bastón en la mano y, a veces, también sosteniendo una lámpara. San José juega un papel muy importante en la vida de Jesús y de María. Él es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia.”
F) “El modo de actuar de Dios casi aturde, porque parece imposible que Él renuncie a su gloria para hacerse hombre como nosotros. Qué sorpresa ver a Dios que asume nuestros propios comportamientos: duerme, toma la leche de su madre, llora y juega como todos los niños. Como siempre, Dios desconcierta, es impredecible, continuamente va más allá de nuestros esquemas. Así, pues, el pesebre, mientras nos muestra a Dios tal y como ha venido al mundo, nos invita a pensar en nuestra vida injertada en la de Dios; nos invita a ser discípulos suyos si queremos alcanzar el sentido último de la vida.”
Cuando hayas leído toda la carta, verás que subyace en ella un secreto íntimo que te cuenta un amigo. La mejor definición de amistad que conozco es “que los amigos parecen ser un alma que anima dos cuerpos”, no hay secretos entre ellos “porque no le parece al amigo sacar de su corazón lo que pone en el corazón de su amigo”.
Ese es el tono que ha querido darle nuestro Pastor a su carta sobre el pesebre y ¿sabés cuál es el secreto que nos comunica?
Que tengas una Muy Feliz navidad.
Un gran abrazo a la majada
Ernesto Gil Deza
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