La Vicaría Pastoral de Educación de Buenos Aires y la Vicaría para la Pastoral en Villas de Emergencia tienen la responsabilidad de garantizar la continuidad educativa a más de 45.000 estudiantes de escuelas parroquiales, muchas de ellas en los barrios populares más vulnerables, pese a la suspensión de clases presenciales a raíz de la cuarentena por el coronavirus.
En un mano a mano exclusivo, Canal Orbe 21 logró dialogar con el Padre Pablo Corbillón, Vicario Episcopal para la Vicaría Pastoral de Educación de la Arquidiócesis de Buenos Aires, quién expresando: “nosotros tenemos 70 instituciones de todo tipo, desde jardines, primarios, secundarios, terciarios. La educación en la ciudad es muy diversa, en estos momentos la situación más crítica está en aquellos lugares de mayor fragilidad económica”.
“La misión de las escuelas parroquiales dentro de los barrios populares atraviesa una etapa de crecimiento, hace 10 años no había ninguna y hoy asisten a 4.397 estudiantes en jardincitos, primarias, secundarias y adultos. Son escuelas que funcionan dentro de la Villa 1-11-14, Villa 21-24, Villa 15, Villa Lugano, Soldati, Cildáñez, Villa Fraga y Bajo Flores”, añadió el sacerdote.
En estos tiempos de pandemia, las instituciones y los docentes se vieron obligados a reestructurar la metodología de enseñanza y aprendizaje: “tuvimos que instrumentar diferentes prácticas. Tenemos colegios donde la situación se hace más crítica porque la educación a distancia se dificulta. En algunos establecimientos incorporamos otras formas, por ejemplo a través de emails enviamos tareas y actividades para realizar”, señaló el Padre Pablo. Además agregó que “en los barrios más castigados, un 25% aproximadamente cuenta con computadoras. En esos casos puntuales, además de la entrega del bolsón de comida, también se han entregado cuadernillos para que los chicos no pierdan la oportunidad de aprendizaje”.
¿Se puede garantizar una continuidad de aprendizaje en este contexto?
Sí. Hay un compromiso en ese sentido por parte de directivos, docentes y también de las familias para cuidar esa continuidad pedagógica, a pesar de las limitaciones de no contar con la presencialidad que en muchos casos es indispensable para la gran mayoría de los chicos.
¿Qué dificultades encuentran?
El primer problema es la prolongación de esta situación, sin duda alguna. Cuando se implementó el distanciamiento el colegio no tenía herramientas desarrolladas para vivir una situación como tal. Entonces, rápidamente, se tuvo que adaptar el aprendizaje para no perder la continuidad escolar. Hubo una capacitación a distancia para todos. Otro de los problemas que se nos presentó es de qué manera sostenemos a los adolescentes que no están acostumbrados a esfuerzos prolongados para poder cumplir con la entrega de las tareas requeridas en tiempos de aislamiento obligatorio. Por último, un obstáculo significativo es no tener los recursos adecuados, de esta manera todo se complica aún más.
¿Está costando cumplir la cuarentena en los barrios más castigados por las desigualdades socioeconómicas?
Cuesta mucho porque no hay condiciones de distanciamiento. La primera realidad es que hay una superpoblación, por ejemplo en una casa de dos o tres habitaciones viven doce personas. En el momento que una persona sale a realizar alguna compra, cuando vuelve todos están alrededor, no se da el distanciamiento necesario.
¿En qué situación, cree usted, se encuentra la educación en nuestro país?
En este momento está en una etapa de transición buscando nuevas respuestas de acuerdo a las necesidades de estos tiempos. Se está buscando de qué manera podemos, entre todos, estimular el aprendizaje con nuevas herramientas. Estamos en una gran etapa de búsqueda.
¿Le preocupa que la extensión de la cuarentena afecta directamente a la educación?
Sí. Porque, en primer lugar, son los chicos los que no están acostumbrados a esta dinámica. Entonces, para ellos existe un gran esfuerzo y el sistema debe manejar cierta incertidumbre, porque no sabemos cuando termina todo esto. Eso va en contra del método pedagógico que es planificar contenidos.
¿Qué desafíos se les presentan a futuro?
Para nosotros es un tiempo de gran reflexión sobre lo esencial. Buscamos que la formación de nuestros niños, niñas y adolescentes vaya siendo cada día más completa, y más adecuada a futuro. Antes, el aprendizaje consistía sólo en saber algo, ahora, el desafío es dar respuestas concretas para el futuro que les va a tocar.
En medio de la entrevista el sacerdote porteño recibe un llamado telefónico, pide disculpas, atiende necesidades constantes, preguntas, sugerencias, inquietudes… son momentos complejos. Luego de unos minutos, cordialmente retoma la charla:
“Las escuelas parroquiales se caracterizan por cultivar la vida comunitaria. En este sentido, los colegios han emprendido diversas acciones que involucran la participación conjunta de padres y docentes para enfrentar el aislamiento y la cuarentena obligatoria, acciones orientadas desde garantizar la alimentación de los estudiantes -mediante la entrega diaria de bolsones de alimentos- y procurar la continuidad educativa a través de diferentes medios de comunicación entre escuela y familia”, puntualizó el sacerdote.
¿Qué sueños tiene para estos pibes/as de las barriadas populares?
Que tengan la vida más plena dentro de las limitaciones que tienen. El camino hacia una vida plena implica que ellos puedan descubrirse, reconocer sus capacidades, compartirlas y ponerlas al servicio de los demás. Que puedan madurar ese vínculo con Jesús, recibir ese regalo de vida que el Señor les ofrece.
El trabajo de estas escuelas, de los curas, docentes y auxiliares en el contexto de la pandemia se amplía exponencialmente. Aquí no hay tiempo para escuchar la campana del recreo, aquí el tiempo se optimiza. Aquí todas las mañanas se iza la bandera de la constancia, vocación y la dedicación...
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