“La fraternidad como vocación a la paz”

Capítulo séptimo: caminos de reencuentro

 

Este capítulo de la Fratelli tutti es el que más me ha costado. Nuestro Pastor nos ha permitido llegar a este momento luego haber puesto una mirada en la realidad cotidiana e iluminando las sombras del mundo actual; nos ha hecho meditar sobre el Samaritano como arquetipo de proximidad; nos ha desafiado a abrir nuestro corazón y nuestra mente para soñar, pensar y sentir un mundo distinto, nos ha estimulado a diseñar la mejor política para el bien común y a construir el diálogo y la amistad social.

Ahora en este capítulo nos enfrenta a nuestro propio Caín. Los hermanos también se hieren, también se ofenden, también se matan ¿Qué hemos de hacer entonces?

De eso se trata este capítulo ¿Qué significa la fraternidad ante la discordia, la ofensa, el crimen? Y nos ofrece las siguientes guías para reflexionar:

 

Capítulo séptimo: CAMINOS DE REENCUENTRO (225)

Recomenzar desde la verdad (226-227)

La arquitectura y la artesanía de la paz (228-232)

Sobre todo, con los últimos (233-235)

El valor y el sentido del perdón (236)

El conflicto inevitable (237-240)

Las luchas legítimas y el perdón (241-243)

La verdadera superación (244-245)

La memoria (246-249)

Perdón sin olvidos (250-254)

La guerra y la pena de muerte (255)

La injusticia de la guerra (256-262)

La pena de muerte (263-270)

 

Digo que esta reflexión es la que más me ha costado porque la he escrito y reescrito varias veces, lo cierto es que es imposible hacerle justicia. Es tan rico y variado lo que nos propone que finalmente te la entrego con la íntima sensación de estar quitándole valor, por querer ser más una invitación a que la leas y a que extraigas de ella mucho más de lo que puedo darte.

Lo primero que surgió en mi al leerla es que para nosotros los que tenemos Fe, la realidad, el mundo, la naturaleza, la historia tienen tres características sobresalientes: Don – Misterio – Vocación.

Don: porque todo cuanto tenemos desde la vida hasta el menor de nuestros bienes es un obsequio inmerecido. El amor y la misericordia de Dios nos ha colmado de bienes. Aún en la más limitada de nuestras condiciones, aún en el más profundo dolor y sufrimiento, aún en la soledad más extrema nos regala la vida y su consuelo.

Misterio: porque la locura de amor del Padre es inexplicable tanto en su faceta creadora que llena de belleza y armonía los espacios siderales y el mundo subatómico; como en su faceta redentora: nos ama hasta la propia muerte de su unigénito.

Vocación: cada instante de nuestra existencia nos invita a crecer en humanidad, es decir en santidad. Dejarnos amar para amar. Dejarnos perdonar para perdonar. Dejarnos encontrar para conocernos. Dejarnos cuidar para servir. Sólo quiere que seamos libres para amar como Él nos ama.

En ese punto la fraternidad como Don, Misterio y Vocación se transforma en “caminos de reencuentro”.

Sólo voy a puntualizarte los mojones que el Papa Francisco desarrolla extensamente:

 

Mojón 1: Generar procesos de sanación y de reencuentro con ingenio y audacia”. (225) recordando que el tiempo es superior al espacio. Por eso lo llama camino. El Don es descubrir el camino, el Misterio es a dónde conduce ese camino y la Vocación es seguir el camino.

Mojón 2: “Reencuentro no significa volver a un momento anterior a los conflictos”. (226) esto va en contra de la tentación de volver al pasado. La historia nos ha hecho cambiar y nunca volveremos a ser los mismos ni estar en las mismas circunstancias. Reencontrarnos es encontrarnos distintos, diferentes, cambiados, más hermanos.

Mojón 3: Basado en la verdad histórica (226). Las tentaciones de narrativas unívocas, incuestionables, absolutas es que son ficcionales. La historia es compleja y el miedo se une al valor, el conocimiento a la ignorancia, la lealtad a la mentira. Por eso la verdad histórica es policroma y polífona. Cuando se silencia una voz se prolonga la violencia.

Mojón 4: Requiere de Justicia sobre todo con los últimos (234) Muchas veces olvidamos que hay víctimas que continúan sufriendo la indiferencia y el olvido.

Mojón 5: Misericordia que se manifiestan en el perdón y la reconciliación (236) Perdón que nace de doliente que deja en el pasado el pasado y reconciliación que nace del hiriente al ir a buscar al que causó daño para reparar su injusticia, su mentira, su traición.

Mojón 6: Sin olvidos para no volver a caer en los mismos errores del pasado (250) La verdad de los males que hemos hecho deben permanecer frente a nuestros ojos no para la autoflagelación sino para que recordemos de lo que somos capaces. Cada uno a su manera expresa el Caín interior: el egoísmo, la soberbia, la cobardía, el desprecio, el aprovechamiento, la mentira, el escarnio, son solo grados menores de homicidios.

Mojón 7: Enfrentar los conflictos inevitables con espíritu fraternal. Vivir en comunidad también significa disentir, poner límites, cuidar la dignidad. La fraternidad no implica renunciar a los valores, las creencias y las vivencias que nos hacen ser los que somos. La fraternidad hace que no olvidemos que somos hermanos que podemos creer diferente, sentir diferente y pensar diferente. Que somos hermanos que podemos tener problemas y dificultades pero que “la unidad debe ser superior al conflicto” como enseñó nuestro Pastor en al Evangelii gaudium.

Mojón 8: Sin falsas ilusiones ni falsas soluciones. La guerra, la pena de muerte y la venganza, no resuelven absolutamente nada. (256) De nuevo nuestro Pastor nos coloca en el camino verdadero cuando dice: “Preguntemos a las víctimas. Prestemos atención a los prófugos, a los que sufrieron la radiación atómica o los ataques químicos, a las mujeres que perdieron sus hijos, a los niños mutilados o privados de su infancia. Prestemos atención a la verdad de esas víctimas de la violencia, miremos la realidad desde sus ojos y escuchemos sus relatos con el corazón abierto. Así podremos reconocer el abismo del mal en el corazón de la guerra y no nos perturbará que nos traten de ingenuos por elegir la paz.” (261). La pena de muerte tampoco resuelve ninguno de los problemas sociales, sólo sumamos un asesino más: el verdugo.

 

Todos nosotros a medida que vamos viviendo cometemos y sufrimos injusticias, la Fratelli tutti nos invita a descubrir la Fraternidad como el Don que el Padre nos regala para darnos la fuerza de encontrar los caminos de reencuentro que nos propone nuestro Pastor.

 

Un abrazo a la majada.

Ernesto

 

Foto de revac film's&photography en Pexels