Más allá (88-90)
El valor único del amor (91-94)
La creciente apertura del amor (95-96)
Sociedades abiertas que integran a todos (97-98)
Comprensiones inadecuadas de un amor universal (99-100)
Trascender un mundo de socios (101-102)
Libertad, igualdad y fraternidad (103-105)
Amor universal que promueve a las personas (106-111)
Promover el bien moral (112-113)
El valor de la solidaridad (114-117)
Reproponer la función social de la propiedad (118-120)
Derechos sin fronteras (121-123)
Derechos de los pueblos (124-127)
En este capítulo tercero de la encíclica nuestro Pastor nos enfrenta con la lógica en la que pensamos nuestros vínculos entre las personas, nuestra relación con los bienes y las relaciones entre los pueblos y los países.
Es razonable pensar que sea uno de los que más ruido genere porque plantea con mucha claridad el desafío de la fraternidad frente a los conflictos de intereses.
Por eso es interesante que emplee dos verbos que generan procesos de cambios. Yo creo que aquí el tuvo muy presente los cuatro principios de la Evangelii gaudium ¿Se acuerdan?
El tiempo es superior al espacio.
La unidad prevalece sobre el conflicto.
La realidad es más importante que la idea.
El todo es superior a la parte.
Yo creo que con estos cuatro principios en frente nos invita primero a pensar y luego a gestar un mundo abierto.
Son 40 párrafos que van desarrollando la lógica de la fraternidad para un mundo abierto.
Empieza por entender el valor del otro en el desarrollo de nuestro ser y nuestra identidad como primer signo de la importancia que los demás tienen en mi vida y salir de uno mismo como signo de madurez.
Esa salida de uno mismo empieza con la conciencia de que no vivimos ni sobrevivimos como islas; se abre en la hospitalidad, que la disponibilidad para recibir al que busca nuestra ayuda y culmina con la caridad que es ir a buscar al que está necesitado.
Estos tres primeros movimientos: conciencia, apertura y búsqueda son los que permiten que una persona madure la fraternidad.
Fraternidad que se expresa cabalmente en el mandamiento del amor.
Mandamiento que es fundamento de nuestra Fe y expresión de nuestra Esperanza. Amamos porque fuimos amados y esperamos ser amados por toda la eternidad.
Amor que no es etéreo sino concreto y que se muestra en la valoración del otro (dice el Papa Francisco en FT 93: “detrás de la palabra “caridad”: el ser amado es “caro” para mí es decir, «es estimado como de alto valor». Y «del amor por el cual a uno le es grata la otra persona depende que le dé algo gratis»”
Desde la caridad, dice más adelante el Papa, el otro se muestra valioso, digno, grato y bello. El amor es la fuerza que nos lleva a salir de nosotros mismos y buscar la plenitud de la vida del otro.
Eso empieza a abrir nuestros ojos.
Al abrir los ojos descubrimos que hay periferias que están cerca de nosotros, en nuestra propia familia o en nuestro propio entorno. Dice el Papa hay exiliados ocultos y se focaliza especialmente en nuestros hermanos discapacitados.
En un mundo guiado por el mercado, el dinero, la eficiencia, la competencia y el descarte, nuestros hermanos menos capaces son abandonados a su suerte cuando no segregados y condenados. A ellos dirige nuestro Pastor la primera mirada ¿No son nuestros hermanos? ¿No somos los cuidadores de nuestros hermanos? ¿No tenemos ninguna responsabilidad para con ellos? ¿Cuál es la respuesta de un mundo cerrado? No tienen derecho a nacer y deben ser seleccionados y eliminados antes siquiera de que nazcan o por el contrario son vistos como una carga. En cambio en un mundo abierto se reconoce el valor intrínseco de cada persona independiente de cualquier condición, y cada uno de nuestros hermanos da una contribución única a través de su biografía personal al bien común y es verdad, pues muchos de nosotros hemos sido humanizados por hermanos menos capaces intelectualmente pero notablemente más capacitados en el amor, muchos de nosotros descubrimos en las vidas de los que menos pueden la auténtica escala de valores que nos hace vivir la vida en plenitud; muchos de nosotros sabemos que a veces son los únicos justos que encontrará el Señor. Por eso nuestro Pastor da un paso más (FT 98) : “«Tengan el valor de dar voz a quienes son discriminados por su discapacidad, porque desgraciadamente en algunas naciones, todavía hoy, se duda en reconocerlos como personas de igual dignidad».
Si al caerse la venda de nuestros ojos somos capaces de ver a los excluidos que están en nuestra propia vecindad empieza a gestarse un mundo más abierto.
Aquí vienen tres títulos que te recomiendo que leas muy lentamente por que son tres eslabones centrales de la cadena de la fraternidad: Trascender un mundo de socios (101-102); Libertad, igualdad y fraternidad (103-105); Amor universal que promueve a las personas (106-111).
En el primero de los títulos: “trascender un mundo de socios”, nuestro Pastor nos dice ¿qué une a los socios? Los intereses. Tener intereses en común no construye fraternidad, por varias razones: los socios se encuentran para separarse del resto, para diferenciarse, pero están juntos mientras sus intereses están alineados. Es una estructura para la competencia y básicamente unen fuerzas para una empresa concreta, luego vuelven a competir, a veces entre sí y ferozmente. Asociarse no construye proximidad.
En el segundo de los títulos “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, empieza a mostrar la respuesta que falta. Hay sistemas sociales que se han construido en base a la libertad, estimulan el individualismo, la competencia y la satisfacción de los deseos de cada persona, el extremo de este sistema es el liberalismo a ultranza: en este sistema la igualdad y la fraternidad terminan destruidas, el orgullo de los ganadores es la contracara del resentimiento de los perdedores y la vida en comunidad termina siendo imposible. Hay otros sistemas que se han basado en la igualdad, que llevada al extremo termina en la uniformidad, la idea de que cualquier diferencia es peligrosa, estos sistemas terminan anulando tanto la libertad como la fraternidad. ¿Cuál es el único sistema que respeta la libertad y la conjuga con la solidaridad, que respeta la igualdad pero la conjuga con la diferencia? El único sistema que equilibra los tres valores es la fraternidad. Sólo “el cultivo consciente y pedagógico de la fraternidad” (FT 104) nos permite pensar en un sistema equilibrado, donde tanto la libertad como la igualdad puedan manifestarse pacífica y constructivamente.
El tercero de esos títulos: “Amor universal que promueve a las personas” es la manera de construir el bien común desde la fraternidad. Las personas son valiosas por lo que son, sin importar ninguna otra circunstancia. El punto 107 de la Fratelli tutti merece ser destacado por su claridad y contundencia:
Todo ser humano tiene derecho a vivir con dignidad y a desarrollarse integralmente, y ese derecho básico no puede ser negado por ningún país. Lo tiene aunque sea poco eficiente, aunque haya nacido o crecido con limitaciones. Porque eso no menoscaba su inmensa dignidad como persona humana, que no se fundamenta en las circunstancias sino en el valor de su ser. Cuando este principio elemental no queda a salvo, no hay futuro ni para la fraternidad ni para la sobrevivencia de la humanidad.
De este principio elemental, que nunca debe ser soslayado emana una sociedad con nuevos roles, donde tanto la justicia distributiva, como la justicia productiva, la meritocracia, la solidaridad y la subsidiariedad, se articulen pacíficamente.
Lo que plantea nuestro Pastor es que es una ilusión pensar que estos valores se van a articular armoniosamente sin fraternidad y es una fantasía creer que la fraternidad declarativa es suficiente.
La fraternidad es una condición necesaria para que “todos sean acompañados en el recorrido de sus vidas, no sólo para asegurar sus necesidades básicas, sino para que puedan dar lo mejor de sí, aunque su rendimiento no sea el mejor, aunque vayan lento, aunque su eficiencia sea poco destacada.” (FT 110)
De ese compromiso fraternal deriva cinco puntos sobresalientes de un mundo abierto:
Promoción del bien moral, para frenar la degradación social y volver a estimar el bien, la belleza, la bondad, la honestidad, en fin la “bene-volencia” (FT 111), la buena voluntad.
Solidaridad como valor que se expresa en el servicio, que “siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la “padece” y busca la promoción del hermano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a personas” (FT 115)
Función social de la propiedad, que emana del hecho de que somos beneficiarios y administradores de un legado, que debe servir a nuestros coetáneos y a nuestros descendientes. Todos nacemos desnudos y carentes, con una sola condición común Hijos del mismo Padre y todos nos vamos del mismo modo, desnudos y con una sola esperanza, ser recibidos por el Padre. Desde esa perspectiva somos todos desposeídos y pródigos, la invitación es a no tomar nuestra suerte como algo a lo que tenemos derecho, sino como un regalo que debemos compartir en el cuidado de los que fueron menos afortunados que nosotros.
Derechos sin frontera, no puede haber razón alguna que prive a nadie del goce de los derechos universales. La apertura del mundo es para que todos los habitantes del planeta, por su simple condición de humanos, desde la concepción hasta su muerte natural, sean respetados en su dignidad y acompañados en su desarrollo.
Derechos de los pueblos. Lo que vale para una persona, para una familia, vale también para una nación y para las relaciones entre las naciones, pues frecuentemente se ve la doble vara entre lo que se considera injusto para con nuestros conciudadanos, pero justo para con los ciudadanos de otras naciones. La globalización del mercado, que conduce a la tiranía del dinero y la soberbia del éxito a cualquier coste, ha mostrado demasiadas veces que la inescrupulosidad y la corrupción son gemelas.
Por eso en este capítulo nuestro Pastor nos invita a pensar y a dejar que germinen las ideas de un mundo fraterno posible. A abrir los ojos y mirar a los más desfavorecidos en la lotería genética, social, familiar, educativa, laboral, racial o cualquier otro adjetivo que se agregue al sustantivo humano.
Nos invita a pensar en una vida que nos ha sido regalada, un mundo que nos ha sido dado y una misión que nos ha sido encomendada: el servicio por caridad fraterna.
En el próximo capítulo nos invitará a sentir la cordialidad de la fraternidad con “un corazón abierto al mundo entero”
“Pensar y gestar un mundo abierto” es un desafío a nuestras ideas preconcebidas y es también un llamado a dejar que el Espíritu renueve todas las cosas en la faz de la tierra.
Un gran abrazo a la majada y nos vemos en el quinto día del retiro.
Ernesto Gil Deza
Te puede interesar
Reviví