El 8 de julio es una fecha muy especial para el papa Francisco, se trata de su visita a la isla de Lampedusa, su primer viaje como Obispo de Roma. Si bien este año no podrá estar presente en la Misa que recuerda a los desplazados, sí lo hará con el pensamiento y la oración.
Aquella isla situada entre Túnez e Italia, a la que llegan cada año miles de migrantes con esperanza luego de arriesgar su vida intentando cruzar el Mar Mediterráneo, fue el lugar elegido por el Santo Padre para elevar su voz al mundo por primera vez. Allí se preguntaba a viva voz: “¿Dónde está tu hermano?” y continuando con la urgencia de hacer escuchar a los hermanos desplazados nos exhortaba a pensar en ellos, “Ésta no es una pregunta dirigida a otros, es una pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros”.
“Esos hermanos y hermanas nuestros intentaban salir de situaciones difíciles para encontrar un poco de serenidad y de paz; buscaban un puesto mejor para ellos y para sus familias, pero han encontrado la muerte”.
VIAJE APOSTÓLICO A LAMPEDUSA - 8 de julio de 2013
El 8 de julio de 2013, en aquella primera salida oficial fuera de Roma, el reciente papa argentino, aún desconocido para muchos, gritaba al mundo su preocupación por los refugiados. Este llamado a la humanidad fue uno de los signos que marcarían su pontificado: los olvidados, los que sufren, las periferias, los últimos. La cercanía hacia los migrantes fue aquel primer gran gesto que sentó las bases de cómo se debe actuar para la acogida de hermanos que huyen de sus hogares por la guerra y por el hambre.
“Sus historias de dolor y desesperanza, pueden volverse en una oportunidad de encuentro fraternal y de verdadero conocimiento recíproco . En efecto, el encuentro personal con los refugiados disipa miedos e ideologías distorsionadas y se vuelve un factor de crecimiento en humanidad, haciendo un espacio para los sentimientos de apertura y la construcción de puentes”.
ÁNGELUS EN LA SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI - 18 junio de 2017
Aquel primer viaje de Francisco fue el puntapié inicial para que luego repita este espacio con migrantes en cada uno de sus viajes. En la mayoría de los países que visitó, se hizo un tiempo para estar presente y llevar la palabra a refugiados y migrantes.
El año pasado, debido a la pandemia que para esta fecha estaba aún impactando fuerte en Italia, el Pontífice decidió realizar la Santa Misa, como hace cada año, desde la capilla en casa Santa Marta. En esa homilía nos explicaba dónde uno busca el rostro del Señor: “podemos reconocerlo en el rostro de los pobres, de los enfermos, de los abandonados y de los extranjeros que Dios pone en nuestro camino”, decía a la vez que nos recordaba que nuestra misión es la misma que han tenido los apóstoles.
Se cumplen ocho años del histórico viaje donde Francisco arrojó flores al mar. Se cumplen ocho años de pedidos de auxilio desesperado, de llamados a las autoridades, de rezos por familiares perdidos en el mar; ocho años en los que Francisco implora la misericordia y la hermandad; porque, con más de un año de pandemia ya debemos saber, como dice nuestro Pastor, que “Nadie se salva Solo”.
Te puede interesar
Reviví