Voy a hacer una aclaración para que no haya confusión: el Padrenuestro me gusta en todas sus versiones. Me parece una maravilla de principio a fin y, me parece sumamente lógico, que se haya centrado en ofensas y ofensores para quitar la connotación pecuniaria de la vieja fórmula.

Dicho esto, quiero decirles también que hay momentos en que vuelvo a decirlo a la vieja usanza o en latín, simplemente porque en cuanto uno sale de la connotación económica, transaccional y materialista de “deudas y deudores”, pero vuelve al sentido más amplio de estos términos, a mi me resulta claro que nuestra deuda es infinita y, en cambio, con nuestros deudores muchas veces nos comportamos como viles usureros, y les confieso que cuando sucede eso rápidamente remonto el barrilete.

Analicemos nuestra deuda en sólo tres tópicos: el ser, el hacer y el tener.

En el Ser nos ha sido regalado todo: la vida, la salud, los sentidos, la inteligencia, los afectos, la familia, los amigos, la comunidad, la libertad y la seguridad. Podremos haber recibido mucho o poco, pero en este tópico todo nos ha sido dado. Si a esto les sumamos la Fe, la Esperanza y la Caridad, estamos completos. Nada de esto se compra o vende. Todo es Gracia sobre Gracia.

En el Hacer todo cuanto sabemos lo aprendimos. Es posible que con suerte agreguemos una pequeñísima y diminuta pincelada a la obra sublime del Señor, pero en general lo que sabemos se lo debemos a generaciones de predecesores y maestros que nos han legado su ciencia y su arte. El ejemplo de nuestros mayores nos ha llevado a amar lo que hacemos y a hacer lo que amamos. Desde poner un clavo a examinar un enfermo, si trazamos una línea entre nuestro quehacer y la primera vez que nos enseñaron a hacerlo descubriremos la palabra de quien nos dijo cómo debíamos proceder. 

Yo creo que hay pocas cosas más humanas y humanizantes que la docencia: todo nos lo han enseñado. Aún aquello que hemos descubierto por nuestros medios, lo hemos podido hacer gracias a que alguien nos enseñó el método para explorar y descubrir el mundo. ¿Con qué pagaremos lo que nos ha sido dado gratuitamente? Cuánto hubieran dado nuestros maestros por nacer en nuestra época y contar con los elementos que nos permiten estudiar el universo y difundir sus maravillas.

En el Tener. Aquí es dónde muchas veces creemos que está nuestra diferencia. Hoy tenemos más cosas de las que tenían nuestros mayores. 

Ahora en éste punto debemos ser cuidadosos por lo menos en cinco aspectos: 

  1. En la relación de posesión nunca está claro quién posee y quien está poseído. Sólo poseemos lo que nos libera, todo lo que nos esclaviza nos posee. Aquello de lo que no seríamos capaces de prescindir de inmediato y para siempre forma parte de nuestro ser no de nuestro tener. Ya nos posee. Una parte de nuestra libertad está cercenada.

  2. Toda posesión es transitoria. Hemos venido tan desnudos y despojados como nos vamos. Los acaparadores somos seres inseguros que llenamos nuestros graneros olvidando la sensatez.

  3. Toda asimetría en las posesiones es esencialmente atribuible a la suerte. Te ha sido dado el tiempo, la oportunidad y los talentos. Tendemos a creer que el éxito de nuestras inversiones son la consecuencia de nuestra previsión e inteligencia, mientras que las veces que fallamos es por azar. La verdad es que la mayoría de las veces tanto los éxitos como los fracasos son azarosos.  Una medida que siempre me pareció sumamente sabia eran los años sabáticos, años en los que se equiparaban las suertes y se saldaban las deudas. De alguna manera limitaban la buena suerte de los que tenían éxito y la mala suerte de los que habían sufrido desventuras. Y todo recomenzaba desde una situación un poco más pareja.

  4. Nada de lo que posees agrega nada a tu ser. No importa cuántas cifras tenga tu cuenta bancaria, cuantas propiedades administres, cuántas obras de arte hayas adquirido: no puedes competir en belleza con los lirios del campo ni en libertad con los pájaros del cielo.  Sólo perdurará el bien que hagas a otros. El servicio que brindes a otros. Lo que compartas con otros.

  5. En nuestro examen de conciencia sobre lo que tenemos debemos preguntarnos si mantenemos nuestra libertad; si seríamos capaces de despojarnos sin sufrir; si somos justos con los que han tenido peor suerte y si somos generosos con lo que administramos. Si somos libres, desapegados, justos y generosos no hay problema en cuanto tengas: uno, cinco o diez talentos los estas usando bien.

 

Cuando pienso en nuestra deuda creo que es infinita. 

Lejos de disminuir se acrecienta con los años, a los hijos les suceden los nietos, a la capacidad de cuidar la gracia de ser cuidados; a la pasión por conquistar la dicha por disfrutar. 

Los sentidos se entorpecen, las articulaciones se entumecen, las arterias se endurecen, las carnes se aflojan, pero la conciencia de las gracias que nos regala nuestro Señor aumentan. 

¿Frente a eso que son nuestros deudores? Nada. Apenas la oportunidad de comportarnos con un poco de decencia y olvidar las minucias que reclamamos frente a la dicha que nos ha sido obsequiada gratuitamente.

Un abrazo a la majada y perdonemos tanto a los que nos ofenden como a los nos deben.

Ernesto

 

Foto de Vanderlei Longo en Pexels